lunes, 13 de agosto de 2012

Relato ¬ HOY HA SIDO UN DIA EXTRAÑO


Hoy ha sido un día extraño. Piensas como será. Le das vueltas una y otra vez, alterando el escenario un poco en cada ocasión, pero en el fondo no crees que te vaya a pasar porque siempre es a otro al que le pasa no a ti. Te imaginas una muerte sencilla, cualquier accidente de coche a causa de unas copas de más en un día de fiesta, o por alguna enfermedad producida por lo único que consigue templarte los nervios, fumar. Pero mi muerte fue igual que mi vida, especial. Veréis, yo siempre creí que teníamos un ángel de la guardia porque yo sentía una extraña presencia pero ninguno de mis amigos sentía lo mismo. Creía que desde que nacemos somos asignados a ... podría decirse un hermano mayor. Alguien que ira contigo a donde vayas como tu sombra, que te seguiría hasta el fin del mundo si fuese necesario. Pero hace un tiempo, aquella noche de invierno, por primera vez en mi vida sentí que me había abandonado. Estaba acostumbrada a su presencia, ya no me inquietaba, mejor dicho me sentía a gusto con ella porque era la única persona... bueno persona o lo que realmente fuese, con la que podía ser yo misma. Su ausencia por el contrario me desconcertaba. Pasadas tres horas de su última presencia un sudor frío atravesó mi cuerpo hasta el punto de hacerme estremecer. De pronto una imagen recorrió mi mente y se me nubló la vista, apareció un corazón naranja y rojo, y después un cementerio situado a las afueras de la ciudad. Tras otro escalofrío aquella visión acabó, no entendía la relación de aquella gominola con el cementerio pero en ese momento no era lo más importante para mí, sino el hecho de haber tenido una visión. No le di la trascendencia que creo que debería haberle dado y ahora me arrepiento, pero los días pasaron y la visión al igual que mi supuesto ángel de la guardia no volvieron a aparecer. No perdí el tiempo en contar lo sucedido a nadie porque realmente era eso, una pérdida de tiempo. Me habían tachado de ilusa e infantil, sin creerse nunca alguna de mis palabras, pero ya no me importaba. Durante estos trece años viviendo en soledad aprendí que el silencio sería mi mejor aliado. Pero hace unos días llego una compañera nueva a clase, era tímida y reservada, pero a la vez tenía un gran corazón y era una buenísima persona. Desde su llegada sentí que mi personalidad y la suya encajaban a la perfección, y mi ilusión era similar a la que tienes cuando consigues unir las dos últimas piezas de un puzle, mi vida. Creí que esta sería mi última oportunidad de casar con alguien como yo. Escuchaba con atención cada una de mis teorías sobre ángeles de la guarda y visiones, que tanto tiempo había estado preparando para que algún día cayeran a manos de alguien tan peculiar como yo. Hasta aquí mas o menos las cosas iban bien dentro de mis desperfectos como adivina. Tras oír la opinión de María comencé a pensar en el cementerio y caí en la cuenta de que había gente alrededor de una de las tumbas entre los que me pude reconocer. Aunque no conseguí leer la totalidad de las inscripciones pude ver la fecha que correspondía con la de hoy.

Esta mañana ha amanecido más temprano que de costumbre y el gallo de Doña Luisa me despertó de mi pesadilla, desde que María y yo le buscábamos sentido a aquella visión e intentábamos convencernos de que era solo una visión y nada más, soñé todos los días con aquel momento, en este caso el escenario era el mismo, lo que variaban eran las inscripciones de la tumba.

Cada día el nombre de uno de mis seres queridos era el que aparecía allí y hoy en lugar del de alguien de mi familia apareció el de María. En mi cabeza se repetían las misma palabras una y otra vez.

María Laguna Mora

D.E.P

No me había pasado nunca, ni siquiera cuando aparecían los nombres de mi madre y mi padre, los que consideraba los causantes a medias de mi soledad durante los últimos años. Los quería y los quiero pero de una manera distinta que a María, ella era la única que me había escuchado, la única que me comprendía y la única que no había hecho de mis ideas un saco roto lleno de imaginación. Por eso esta mañana puede que no amaneciese antes, tan solo fui yo que aproveché el primer rayo de sol para separarme de aquella pesadilla.

El resto del día también fue especial, hoy nos íbamos de convivencia, primero haríamos una larga caminata y a la llegada al pueblo nos daríamos una ducha en el alberge y descansaríamos alrededor del fuego contando historias de miedo. No eran mi fuerte pero nunca llueve a gusto de todos. En el autocar me senté al lado de María y le puse al día de mis pesadillas, que era el tema estrella de los últimos días entre nosotras. Estábamos pendientes de las conversaciones de los chicos de atrás, que desde sexto curso habían comenzado a juntarse mucho con las otras chicas. Mientras tanto comíamos las gominolas que supuestamente eran para el camino, se me acabaron pronto y cuando me giré para guardar la bolsa en la mochila todo comenzó a tener sentido. Las mías eran ositos de gominola y las de María corazones rojos y naranjas, sus preferidas. No sé cómo no me pude dar cuenta antes, que inútil. Cuando María estaba dispuesto a comerse la última un nuevo escalofrío y la misma situación. Saber a ciencia cierta que la única amiga de verdad que había conocido iba a morir relentizo mis reflejos y no fui capaz de impedirle que se comiese la última gominola. Justo en ese momento el conductor frenó en seco y el cinturón de seguridad nos salvó a todos de una muerte segura, salvo a María a quién le aseguró la suya. Estaba empezando a ponerse blanca y a hacer aspavientos con los brazos lo que alertó a los profesores, pero fue demasiado tarde porque el cinturón le cortó la respiración y su cuerpo inerte cayó sobre el asiento. Ahora estoy en mi cama llorando, han sido muchos los días que pensé en dejar mi historia en piedra pero ahora es mi última oportunidad. Soy la única responsable de la muerte de María y he encontrado mi escenario, ya no sirve de nada pensar que no me va a pasar porque yo misma voy a acelerar el momento. Mi muñeca está dejando ya de sangrar. Hoy ha sido un día muy extraño. Me muero.

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