martes, 17 de abril de 2012

Relatos ¬ DEMASIADAS COINCIDENCIAS


Llegamos a media tarde mis padres y yo a esa casa rural perdida en el bosque, como no teníamos nada para la cena mis padres cogieron el coche para acercarse al próximo pueblo y comprar lo necesario. Yo no quise ir estaba cansado por el viaje y el móvil acaparaba toda mi atención. La noche era muy oscura y empezaba a estar preocupado y nervioso porque mis padres aún no habían llegado,  pero aquel entretenimiento no me permitía pensar que les hubiera pasado algo. Por desgracia el móvil se me apagó y tuve que buscar otro pasatiempo. Habían pasado dos horas desde nuestra llegada, de las cuales una y cincuenta y cinco minutos estuve ocupado y los otros cinco los empleé en ir al baño. Por lo tanto lo único que conocía de aquella insólita casa era la sala en la que había permanecido la mayoría del tiempo, que solo tenía unos estantes con libros , dos sofás y una gran mesa camilla, y el pasillo que se dirigía al baño, que como siempre estaba al fondo a la derecha. Así que decidí explorarla. Empecé por el pasillo de la parte norte de esta, porque aunque fuera insólita era enorme. Dos puertas a mi derecha y tres a la izquierda, al fondo un cuadro, una mesilla y un jarrón de relucientes flores rojas. Pensé que era extraño que hubieran podido sobrevivir en aquel clima sin cuidado alguno, aún así no le di demasiada importancia al asunto. Asomé la cabeza por las puertas de las habitaciones del pasillo; una de estas era una cocina que daba al porche, era muy amplia y aunque la noche fuera oscura tenía demasiada luz  por lo que supuse que sería de la luna. No encontré nada especial así que retrocedí y volví a la sala principal. En la sala también había una especie de cómoda, sobre esta una foto de una familia, ¡qué coincidencia! con los mismos miembros que la mía: un padre, una madre, el abuelo y un pequeño perrito. Bueno, a decir verdad, mi abuelo murió el invierno pasado por una fuerte neumonía y a mis otros abuelos no los llegué a conocer. Decidí bajar al sótano pero allí todo estaba lleno de polvo y debido a mi alergia di un fuerte estornudo. Subí corriendo a la segunda planta donde supuse que estaba la habitación de mis padres y en efecto. Rebusque entre las cosas de mi madre y encontré lo que buscaba. Un pañuelo. Un pañuelo que evitaría otro estornudo, así que me la ate tapándome la nariz y la boca como una de esas mascarillas de los hospitales y volví a bajar. Pasé otra vez por la sala que ya me resultaba familiar aunque algo me llamó la atención. Ahora la imagen había cambiado y el abuelo no estaba. Pensé que podía ser fruto de mi imaginación o de una visión, así que bajé al sótano. Aquí encontré un juego de mesa de esos que son para jugar en familia y como no había nada más divertido lo subí y lo preparé en la mesa camilla. Pero como yo solo no podía decidí salir al porche a esperar a mis padres, aunque desde allí no se veía nada. A los pocos minutos sonó el teléfono y fui a cogerlo. La voz que sonó tras el auricular me tranquilizó bastante. Era mi padre que me llamaba desde el supermercado. Quería saber si había suficiente leche en la cocina. Al entrar en el pasillo que te llevaba a esta me percate de otro extraño cambio, las flores tan vivas hacia apenas veinte minutos ahora resultaban estar débiles y apagadas, ¿sería otra visión?. Por otro lado había estado en el porche y juraría haber tenido dificultad para ver dos palmos más allá de la salida y la cocina a pesar de tener la luz apagada seguía estando iluminada. Entre en esta, rodeé la encimera y pude ver un flexo encendido y huellas en el suelo. Salí corriendo en dirección al teléfono, muy asustado, lo cogí haciendo un gran esfuerzo debido a mis temblorosas manos. Les dije que volvieran y colgué. Tras quince minutos exactos llegaron en aquella destartalada máquina que teníamos por coche y se bajaron nerviosos de él. Les conté lo sucedido, y como siempre no me creían. Mario y su exagerada imaginación. Se fueron a coger las bolsas y entré en casa algo irritado. Otra vez la misma situación. La foto, el padre no estaba. Me quede paralizado esperando que alguien me despertara y de repente la acelerada voz de mi madre pedía auxilio, mi padre se había desmayado. Demasiadas coincidencias.

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